Pero sí me acuerdo todavía cuando cierro los ojos, del Patio, por donde transcurrió mi infancia, compartida con mis hermanos y mis amigos.
Al que luego le llamaríamos el Patio de los Cuentos.
Pues dentro de él, era todo un cuento.
Como todo el mundo de joven estudiante, pase a la fase de la cotización durante 30 años trabajando en un Banco, teniendo la gran suerte de haber conocido y compartido todo ese tiempo con mis compañeros de trabajo, dándoles las gracias a todos ellos, por las historias que también me contaron y por haberles conocido.
Contar un cuento a un niño, es como poner en funcionamiento cientos de piezas de un precioso mecanismo. Somos incapaces de explicar como o por que funciona pero nos maravilla su precisión. Del mismo modo, la conexión que se establece entre un adulto que cuenta y un niño que lo escucha tiene algo de mágico, siendo difícíl explicar cual es el misterio de esa unión que se establece entre ambos.