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EL CUENTO DEL PAYASO BUENO ERASE UNA VEZ.. .. .. Un payaso… … Un payaso bueno… Un payaso que se paseaba por los hospitales, visitando a los niños. Niños que les faltaban la sonrisa, la alegría, la esperanza… … … y el payaso bueno cuando entraba en la habitación, entraba con su nariz roja, con su ropa de colores, con su cara pintada y con su sonrisa de oreja a oreja. Dentro ya de la habitación el “arguiñano de la risa” con sus recetas y sus pócimas mágicas. Transformaba a ese pequeño niño, devolviéndole la sonrisa, la alegría y sobre todo la esperanza, aunque solo sea por unos minutos, benditos minutos, el payaso bueno, al salir de la habitación salía también transformado, dentro dejo su sonrisa, su alegría, su esperanza y la pintura de su cara apagada por una traicionera lagrima, pero esto solo le duraba unos minutos, benditos minutos, justo lo que un payaso bueno tarda en entrar en otra habitación. Continuara CUENTO DEL PAYASO BUENO II PARTE Hoy es un día especial, tengo que volver al hospital a visitar a los niños, me preparo con esmero, todo menos la cara no quisiera que me parara la policía por conducir con una nariz roja y la cara pintada, pero que le ocurre hoy a mi pequeño coche, parece que va más lento que otros días, pero no, está lloviendo y ya se sabe, son mis ansias de llegar. Por fin en el hospital. El pasillo es enorme y las puertas de las habitaciones están abiertas. Al llegar a la habitación nº 6 la encuentro cerrada, llamo y no recibo contestación, abro con sigilo, no quisiera molestar, un silencio me embarga, la cama esta vacía y voy observando por los amigos del niño, el oso de peluche, el perro de trapo, las zapatillas en forma de conejos, Fernando Alonso colgado de la pared, me quieren decir algo pero no pueden articular palabra de pronto me sobresalta una persona que aparece en esos momentos, es el padre del pequeño niño, al verme se echa a llorar, nos fundimos en un abrazo, me susurra la ilusión que tenía su hijo con mis visitas, esas visitas que el payaso bueno ya no podrá hacerle más. El padre recoge todos los amigos de su querido hijo y se marcha. El payaso bueno sale lentamente de la habitación, va como sonámbulo recorriendo el pasillo, su vista se fija en el suelo, su nariz roja en la mano, un nudo en su garganta, pero hoy el payaso bueno no tiene ganas de hacer mas visitas. Cerca de los ascensores y apoyado a la puerta de la habitación, observa a un pequeño con su pijama de ositos azules, descalzo y con un gorro que le tapa su cabecita, dejando al descubierto sus peladas cejas. Me observa y me pregunta si yo soy un payaso, con gran esfuerzo le contesto que si, ¿por qué no te pones la nariz?, me dice. ¿Porque lloras payaso?, tu también estas enfermo como yo. CONTINUARA (Por ENRIQUE CAMPA) |